sábado, 1 de junio de 2024

Dificultades en las rutinas/Fobias

Todos tenemos perfiles sensoriales diferentes y nuestro procesamiento sensorial no es igual que el de otra persona, pero eso no nos limita en nuestra vida cotidiana.  
Sin embargo, en  los niños con autismo, muchas veces, este procesamiento sensorial alterado les afecta en su vida cotidiana, haciendo que ciertas situaciones “inofensivas” como cortarse el pelo, subir al tobogán, mancharse, los globos, un perro... les provoquen tal ansiedad que les sitúa en situaciones de verdadero pánico. 
 
Puede que actúen evitando, gritando, llorando, pataleando, mostrando un fuerte enfado totalmente desajustado con la situación que se plantea. Forzar a un niño, con o sin autismo a enfrentarse directamente al estímulo temido, solo sirve para afianzar y aumentar su fobia y sus reacciones de pánico.

En estas ocasiones, ante los miedos o fobias a determinadas situaciones o las dificultades del día a día, debemos buscar las causas y ayudar al niño a regularse porque es necesario llevar a cabo determinadas tareas (salir a la calle, ir al médico...) o simplemente para preservar la seguridad física del niño (evitar que sea atropellado por un coche, por ejemplo).

¿POR QUÉ SE DAN  ESTAS FOBIAS O DESBORDES EMOCIONALES?

Es importante determinar por qué el niño se comporta así. Las conductas problema no se dan porque sí, la persona quiere comunicar algo y para ello pone en marcha estrategias que en alguna ocasión le han sido eficaces. Pueden darse por:

1.  Sobrecarga sensorial: Mi cerebro filtra y  analiza de forma diferente la información que me llega a través de los sentidos. Hay sonidos, texturas, luces, olores, aglomeraciones, etc. que me molestan mucho, incluso pueden darme miedo. Conoce cuáles son y evita exponerme a ello.

2.   Frustración: no siempre logro lo que quiero hacer y ello provoca que me frustre. Mi nivel de tolerancia a la frustración es a veces muy pequeño. Si haces las cosas conmigo o me ayudas a lograrlo, me frustraré mucho menos. Cuanta más autonomía tenga, mi frustración será menor.

3. Problemas de comunicación: A veces no entiendo o no puedo expresar lo que quiero decir. Habla despacio conmigo, de frente, con palabras sencillas y divide en frases cortas y concretas lo que quieres decirme. Utiliza apoyo visual y entenderé mejor. Interactúa en estrecha proximidad, cara a cara, al mismo nivel de mis ojos.

4.  Acontecimientos inesperadosCuando nos salimos de la rutina o me expongo a situaciones que no tenía previstas, me puedo alterar. La anticipación y el apoyo visual así como un entorno estructurado me ayudan siempre porque me dan seguridad al saber lo que va a ocurrir.

5.  Dificultad para canalizar emociones: Todas las emociones están dentro de mí, pero a veces me cuesta ordenarlas en su contexto adecuado. También puede resultarme complejo entender por qué tú te sientes de cierta manera ya que no estoy dentro de tu cabeza.  Necesito trabajar las emociones y la teoría de la mente.  

6. Mala interpretación de normas sociales: necesito ayuda para distinguir las conductas adecuadas de las inadecuadas, las normas básicas de relación con los demás, las respuestas adecuadas ante diferentes situaciones (cómo resolver un conflicto con un compañero), desarrollar habilidades sociales como la conversación, estrategias para hacer amigos.

¿QUÉ NO HACER?:

Forzar la exposición a una fobia generará aún más miedo y ansiedad. Solo sirve para afianzar y aumentar su fobia y sus reacciones de pánico. Las fobias, por muy irracionales que nos parezcan, requieren un trabajo muy planificado y secuenciado que se conoce como programa de desensibilización sistemática.

Quitar importancia: argumentar que no pasa nada o sermonear sobre el problema: las fobias son irracionales y consecuencia de desórdenes sensoriales.

Intentar negociar o razonar en ese momento. Mejor dirígele hacia otras actividades, distráelo con algo que le guste mucho, sacarlo de ese contexto a otro más tranquilo y proporcionarle objeto que le relaje (balanceo, cantarle bajito, abrazo fuerte…).

Regañar, castigar: Todas las conductas desadaptadas cumplen una función, por lo que regañar no siempre la reemplaza por otra más funcional. A veces, incluso la refuerza, porque muchas veces el niño no sabe que su conducta es negativa y al mismo tiempo no sabe generar comportamientos más adaptados de manera espontánea.

Perder el control: todo el mundo puede tener un mal día o mostrar menor tolerancia a la frustración, pero es necesario ser consciente de los propios límites y reconocer cuándo no estamos preparados para afrontar la situación dando paso a nuestra pareja, abuelos u otra persona que pueda llevar a cabo la intervención de manera ajustada.

¿QUÉ PODEMOS HACER? 

 
1. Observación/Análisis de las causas: Buscar las posibles causas o desencadenantes de ese comportamiento, analizar por qué realiza el niño esa conducta, qué consigue con ello (por ejemplo, tira toda la comida cuando no le gusta) o quiere evitar una situación que le genera malestar porque es muy sensible a los ruidos por ejemplo…)
Este análisis nos ayudará a modificar aspectos del entorno o de la situación que le dañan por sus características a nivel de procesamiento sensorial o a enseñarle conductas alternativas más adecuadas con las cuales podrá conseguir la misma finalidad (enseñarle gesto de se acabó o retirar el plato cuando no quiere comer más).

2. Anticipación: Si ya hemos observado cuándo y por qué se desencadena la conducta, debemos anticiparnos y mostrarle la conducta adecuada y lo que se espera de él o cambiar aquellos aspectos del entorno que sabemos que la desencadenan.

3. Priorizar objetivos: Muchas veces para abordar una conducta o instaurar un hábito deberemos modificar varios aspectos del mismo. No podemos abordar todos los cambios a la vez si no que empezaremos por aquellos que consideremos más importantes (si se trata de aprender un hábito) o por aquellas conductas más disruptivas o que resulten más dañinas, aquellas que supongan un peligro o sufrimiento para el niño o los demás.

4. Metas realistas y ajustadas: relativamente fáciles de conseguir adecuando el nivel de exigencia a las características del niño. Empezaremos con objetivos fáciles de conseguir e iremos exigiendo un poco más progresivamente. Muchas veces nuestras expectativas no son ajustadas.

5. Estrategias/Recursos/Técnicas:  Por tanto utilizaremos:
 

  • El entorno: cuidar y estructurar el ambiente en el que se va a desarrollar la rutina o la conducta les ayuda a entender y anticipar la situación. Por eso son tan importantes las rutinas: porque si se realizan siempre de la misma manera, en el mismo espacio, secuenciando las actividades en el tiempo…poco a poco el niño puede ir anticipando lo que va a ocurrir. Esto le va a dar pistas para comprender mejor lo que sucede a su alrededor y le proporciona seguridad y le da autonomía. (Ejemplo de la rutina de sueño: cuidar la luz, el ruido ambiental, la textura de la ropa…aunque sepamos que algunas veces hay un componente orgánico que no podemos controlar).
  • Acompañar nuestro lenguaje de gestos o un sistema de comunicación basado en gestos y moldear al niño para la adquisición del hábito que queremos instaurar son técnicas que facilitan su autonomía y bienestar y evitan frustraciones. Iremos retirándonos a medida que él sea más capaz (Encadenamiento hacia atrás).
  • Trabajar las emociones (las propias y las de los demás) sobre todo ante los problemas de regulación (pensamiento dicotómico enseñar para determinadas situaciones el grado de frustración que corresponde con un termómetro de emociones: molesto, enfadado o furioso).
 
6. Paciencia y empatía: Debemos entender que sus dificultades de procesamiento de la información le están dificultando hacer las cosas como nosotros quisiéramos. No actúan así porque son maleducados o porque quieran fastidiarnos. 
 
Se trata de cambiar la mirada y empatizar con el niño, ser conscientes de que ellos se esfuerzan por adaptarse. No debemos fijarnos solo en las dificultades si no que, aceptando que el niño tiene dificultades para procesar la información del entorno y dar una respuesta ajustada, nosotros facilitemos entornos para que las emociones del niño y las nuestras propias no se desborden y busquemos estrategias que nos ayuden a sentirnos todos bien porque sabemos que poco a poco, irán aprendiendo a regularse.

7. Ensayos sistemáticos: hay que practicar regularmente las estrategias seleccionadas, sin dejar que pase mucho tiempo entre un ensayo y otro, en el caso de una conducta o sistemáticamente todos los días si se trata de un hábito. Las conductas no cambian de un día para otro.

8. Evaluación: analizar si las consecuencias de la conducta están reforzando la conducta inadecuada (el niño se tira al suelo y mamá para no sentirse juzgada me da algo que yo quiero). Valorar si la conducta no genera daño o malestar a nadie (correr por el parque) en ese caso, no nos empeñemos en que desaparezca si no que intentemos incorporarla en un juego social o la utilizamos como refuerzo. Es importante siempre analizar lo que funciona y lo que no funciona.


PRÁCTICA:

 

 
  • En grupos, vamos a analizar los casos prácticos que nos habéis enviado e intentaremos averiguar qué puede estar produciendo estas conductas y propondremos estrategias para intentar solucionar el conflicto. Luego lo ponemos en común en gran grupo. 

             


  


 

  
    

               

 

ES IMPORTANTE:

1. Coherencia entre todos los adultos implicados: Cuando las estrategias a utilizar no están consensuadas corremos el peligro de confundir al niño.

2. Consistencia en su puesta en práctica: si cada día respondemos de manera distinta o exigimos diferente respuesta al niño, en función de nuestro estado de ánimo, el niño será incapaz de saber qué es lo que esperamos de él y lo que estaremos consiguiendo es reforzar conductas que queríamos erradicar.

3. No Perder el control: Todo el mundo puede tener un mal día o mostrar menor tolerancia a la frustración, pero es necesario ser consciente de los propios límites y reconocer cuando no estamos preparados para afrontar la situación dando paso a nuestra pareja, abuelo u otra persona que pueda llevar a cabo la intervención de manera ajustada.

4. Hablar en exceso: ya hemos comentado la dificultad que tienen vuestros hijos para entender el lenguaje, es poco significativo para ellos. Por ello recurriremos a otras ayudas que refuercen el mensaje oral que debe ser corto y claro.

5. Regañar, castigar: Todas las conductas desadaptadas cumplen una función, por lo que regañar no siempre la reemplaza por otra más funcional. A veces, incluso la refuerza porque muchas veces el niño no sabe que su conducta es negativa y al mismo tiempo no sabe generar comportamientos más adaptados de manera espontánea.

6. Dar tiempo: Es importante que les demos tiempo para poder abordar estos retos por sí mismos. Los aprendizajes llevan tiempo y debemos ser pacientes y constantes.

7. Ser firmes. Poner límites: Sabemos que para los padres supone una carga emocional que a veces nos supera, pero debemos aprender a combinar la firmeza con la tranquilidad y la seguridad de hacer lo que hemos decidido hacer en cada circunstancia. 

Os dejamos enlace a documentos que os den más ideas sobre estrategias que podemos poner en marcha para afrontarlas (pinchad en las imágenes).

                             La ducha
                                                   https://goo.gl/mSzwq1                                             

                        
                                         https://goo.gl/v85ncV                                           https://goo.gl/8djh92

CLAVES PARA AFRONTAR LAS DIFICULTADES EN EL HOGAR: También extraídas del blog Doble Equipo (pinchar en la imagen).

                                     Dificultades en el hogar
                                                                 71497896

"CAMBIAMOS LA MIRADA: ACEPTANDO LAS DIFICULTADES DEL NIÑO PARA PROCESAR LA INFORMACIÓN Y DAR UNA RESPUESTA AJUSTADA, BUSCAMOS ESTRATEGIAS QUE LE AYUDEN A  REGULARSE Y AFRONTAR LAS RUTINAS" 


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